El tipo de las alitas regresa al Criper tiempo después y la camarera, nada más verle entrar, le dice:
—Hoy sí que hay alitas.
La cara del hombre se ilumina y se inclina sobre el mostrador.
—Oh, bien, perfecto. ¿Y un lugar para llamar? —Ella niega con la cabeza—. Vale. Dentro de un rato vuelvo y me tomo un botellín.
Dicho esto, se larga sonriente. Pero no vuelve y no se toma ni el botellín… ni las alitas.