Un anciano entra al Críper y dice:
—Deme algo sin alcohol. Una coca-cola, de esas que no tienen alcohol, de las zero.
—Ninguna coca-cola tiene alcohol, caballero —responde la camarera.
—Pues eso, ponme una de esas.
—Coca-cola zero, entonces.
—Claro, eso. Sin alcohol —ella le pone la lata,porque no quedan botellas, y el hombre se la queda mirando como si fuera un alien, dando vueltas a la abertura—. No soy capaz de abrir esto, hágame el favor.
La camarera, algo alucinada, le abre la lata y el anciano echa el líquido en el vaso, bebiéndoselo de un trago, pagando y marchándose sin decir una sola palabra más.