Dos rumanos jóvenes entran al Críper y, tras pedir sus cafés, preguntan a la camarera.
-¿Eres rumana?
-No -responde ella-. Soy española.
-Pero tus padres son rumanos, ¿no?
-No. Son de Madrid y de León.
-Pero tus abuelos sí que son rumanos… -insiste uno de ellos.
-No. De Madrid, Toledo y León.
-¿Y tus bisabuelos?
-A tanto, no llego -se encoge de hombros ella.
-Seguro que eran rumanos -dicen los dos, al unísono.
-Lo dudo -es lo único que dice la camarera, que vuelve a sus asuntos.
Los dos rumanos se quedan un rato más, pagan y se marchan. Apenas veinte segundos después de que salgan, entra un señor mayor y otro chico joven, ambos con un fuerte acento del este. Mientras les sirve los cafés, el hombre mayor le pregunta:
-¿Eres rumana? -Ella niega con la cabeza, alucinando-. Pero tienes familia rumana, ¿a que sí?
-No.
-¿Segura?
-Sí.
-Pues pareces rumana -acaba el señor y, al igual que los otros dos, ambos se quedan un rato más, pagan y se marchan. La camarera casi espera que vuelva a entrar otra pareja de rumanos para interrogarla por sus antepasados, pero el resto de su turno la cosa está tranquila.