Un hombre mayor, cliente habitual, tiene por costumbre quedarse dormido en la barra, mientras se toma su café. La camarera ya le deja por imposible, pero ese día se pone a roncar cada vez más fuerte y, cuando otro cliente y ella cruzan una mirada, sueltan una carcajada que le despierta.
-¿Eh? ¿Qué? ¿Qué pasa?
-Que te has quedado frito y estabas roncando -dice la camarera.
-¡Yo no ronco! -exclama indignado el hombre mayor.
-Todos los que roncamos decimos lo mismo -dice el otro cliente.
-¡Bah! -responde el hombre y, poco a poco, vuelve a quedarse dormido.