Un hombre entra al Críper, tambaleante.
-¡Hun! -exclama, señalando quién sabe a qué.
-¿Perdón? -pregunta la camarera.
-¡Hun! -vuelve a decir. Esta vez señala a una zona menos amplia.
-¿Un café?
-Hun -hace lo que parece un asentimiento y apunta hacia la leche.
-¿Con leche?
-¡Hun! -asiente de nuevo.
La camarera se lo pone y el hombre le tiende dos euros.
-Hun.
Ella le cobra y él empieza a intentar hablar con ella entre gestos sin sentido y <<¡Huns!>>.
-Lo siento, no te entiendo -le dice ella, tras un rato intentando comprenderle a base de adivinanzas. No cree que esté borracho, y le da pena porque, aunque no puede hablar, está claro que desea comunicarse, pero poco puede hacer.
-Hun -se limita a decir él. Hace algo parecido a un encogimiento de hombros y se marcha, con las manos en los bolsillos.