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Simpa

El hombre entra al Críper y pide una caña. La camarera se la pone y, casi sin darle tiempo a soltarla, se la acerca a la boca. No llega a darle el primer sorbo, porque en ese instante llega el del bar de enfrente, cabreado.

—¿Qué? ¿No tienes bastante con irte sin pagar mis cubatas, encima tienes que robarle a los demás?

El tipo se encoge de hombros y la camarera le arrebata la cerveza de las manos, furiosa. Agradece la información al de enfrente , aunque en el fondo de poco sirve, salvo para no darle el gusto de emborracharse gratis: esa cerveza ya ha sido desperdiciada. Tira el contenido al fregadero mientras observa al muy cabrón marcharse tranquilamente, seguramente en busca del siguiente bar.

Algo interesante

Un hombre de color vestido con camisa, chaleco, piratas amarillos y deportivas marrones con calcetines blancos entra al Críper y se queda mirando fijamente la barra.

—¿Quieres algo? —pregunta la camarera al rato.

—Algo de comer. ¿Qué hay?

—Lo que ves aquí —señala la camarera.

—Ya, no es mucho…

—Pues es lo que hay. Esto es un bar-cafetería, no un restaurante —explica ella.

—Ya, pero en algunos bares tiene cosas más interesantes.

—En esta zona lo dudo. Desde luego, aquí lo que hay es lo que ves.

—No me convence —dice él en tono altivo.

—¿Qué quieres que te diga? Nadie te apunta con una pistola para que consumas aquí.

El hombre se va y pasa la siguiente media hora deambulando por la zona. Al rato se le une un grupo de gente con sus mismas pintas y entran todos al Críper, sentándose en los taburetes de inmediato.

—¿Qué tapas tienes? —pregunta uno de ellos.

—Lo que veis aquí —repite la camarera.

—No tiene tapas, es que… —dice el que entró en primer lugar—. Anda, vamos a buscar un sitio donde sirvan hamburguesas o algo.

El grupo al completo se marcha sin decir ni adiós y la camarera les ve dar algunas vueltas por la zona hasta que finalmente desaparecen.