Un viejecito, cliente habitual, lleva ya cosa de un cuarto de hora afirmando, sin que nadie consiga convencerle de lo contrario, que a los negros no les crece el pelo.
-Anda, anda. ¿Cómo no les va a crecer el pelo? -dice la camarera, por enésima vez, intentando no reírse.
-Que no, que les crece la pelusilla esa y se queda así, no crece más.
-Ya, ¿y las mujeres qué?
-A ellas sí les crece, pero se ponen extensiones y…
Justo en ese momento llega un cliente habitual, de color, y el anciano le señala con la cabeza y pone cara de «Os lo dije».
-¿Qué pasa? -pregunta el recien llegado.
-Aquí el señor -señala la camarera-, que dice que a los negros no os crece el pelo.
El aludido se echa a reír a carcajadas, junto con el resto de los presentes, que ya no pueden contenerse más, y el viejecito se indigna.
-¡Pues tú siempre tienes el pelo igual de corto, y te conozco desde hace años!
-¡Porque mi mujer no me deja que lo lleve más largo! Pero vamos, si quieres te enseño fotos de cuando era joven y lo tenía a lo afro.
-Bah, sería una peluca -dice el viejecito, sin bajarse del burro. Luego, echa un último trago a su café y se larga refunfuñando.