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El loco (3 y última… de momento)

El loco vuelve de vez en cuando al Criper, pero la camarera siempre le echa y se marcha dócilmente. A veces aparece con un joven, que mira con resignación a la camarera cuando les dice que se tienen que marchar. Después, pasan un par de meses sin que aparezca y la camarera suspira con alivio, pensando que, a lo mejor, le han vuelto a ingresar o se ha mudado lejos, o algo, cualquier cosa, que impida que vuelva a pisar el local. Pero claro, no podía haber tanta suerte en su vida y una tarde calurosa vuelve a aparecer.

-Tienes que marcharte, ya te lo he dicho mil veces.

-No, quiero tabaco.

-No te lo voy a vender. Vete a otro sitio.

-No me pienso ir.

-Pues llamo a la policía.

-Pues llama si quieres, ¡ME VOY A CARGAR EN LA MADRE QUE TE PARIÓ, HIJA PUTA! -grita y comienza a amenazarla. La camarera coge con una mano el palo de madera reforzado con metal que siempre tiene a mano por si algún indeseable intenta propasarse y el móvil  con la otra. Llama primero al jefe, porque nunca es bueno para un local tener un lío de estos.

-El loco está aquí y no quiere irse.

-Pues déjale.

-¿Cómo que le deje? ¡Me está amenazando! ¡Voy a llamar a la policía!

-¿Amenazando? ¿el de los clinex? (nota: ya hablaré del de los clínex, ya…)

-No, el de los clinex no. ¡El loco! -el loco se cansa de amenazar y se marcha entre tanto -.Déjalo, ya se fue.

La camarera cuelga el teléfono y le mira entrar en el bar de al lado. Casi seguro que no va a volver, pero por si acaso deja la barra cerca, no sea que vaya a necesitarla

El loco (parte 2)

Pasan varias semanas antes de que el loco vuelva a aparecer por el Criper. Entra y pide un licor de manzana sin alcohol, pero no queda y empieza a gimotear porque la camarera se niega a servírselo. Le cuesta un rato aceptar que no hay y acaba por pedir un zumo de naranja, aunque apenas lo prueba y se dedica a mirar fijamente a la camarera y a decir cosas extrañas.

La camarera acaba por ignorarle y se dedica a leer el periódico, pero cuando entra otro cliente y se pone a molestarle ella tiene que volver a prestarle atención para que deje en paz al inocente. Por finm sale disparada en cuanto llega el relevo.

A partir de ese día, el loco vuelve a aparecer de vez en cuando y sigue siempre la misma pauta, hasta que ocurre lo inevitable: se topa con un cliente que tiene tendencias de alborotador. Comienzan a discutir sobre un tema absurdo y el alborotador empieza a cabrearse. La camarera intenta que haya paz y lo único que consigue es que le den la chapa los dos a la vez: el loco con sus locuras y el alborotador, que podría ser su padre, intentando ligársela y fardando de que tiene un cochazo.

La camarera mira con esperanza el reloj y espera resignada el cambio de turno, mientras los otros dos, al ver que no les sigue la corriente, vuelven a discutir, esta vez sobre fórmula uno. En estas llega el jefe y la camarera se va a casa nada más pisa el local.

Cuando vuelve a ver al jefe, éste dice que no vuelva a dejar entrar al loco en el local, porque intentó pegarse con el alborotador y tuvo que echarles a los dos del local pocos minutos después de que ella se fuera.