Un hombre mayor entra al Críper y pide una cerveza. La camarera no ha acabado de ponérselo cuando el tipo empieza a protestar porque no le ha servido un aperitivo y ella, poniendo los ojos en blanco, le da un platito de aceitunas. Refunfuñando y diciendo que no para mucho por el bar, pero que debería estar más atenta, le tiende un billete de veinte.
Nada más cogerlo, la camarera se da cuenta de que posiblemente sea falso y así se lo comunica, en voz baja. Inmediatamente, el tipo se pone a protestar, diciendo que es del banco.
-¿Acaba de sacarlo del banco?
-No -contesta él-, pero sé que es de ahí.
-Como comprenderá, no puedo coger ese billete.
-¡Pues no tengo más! Y es del banco, así que no es mi culpa -el tipo empieza a hablar más alto, llamando la atención de los demás clientes.
-Nadie ha dicho que sea su culpa -responde diplomáticamente ella-. Puede que no se haya dado cuenta, pero yo sí lo he hecho y no voy a aceptarle un billete falso.
El tipo se marcha indignado antes de que ella pueda hacer nada y al rato vuelve con dos de cinco y uno de diez.
-La china me los ha cambiado.. no pasaba mucho por aquí, pero ahora lo haré mucho menos. Esto es indignante.
Crónicas del Criper 